Nota de Daniel Wolf en la revista de Tendencia.
Hace apenas diez años, casi nadie sabía qué
era un diseñador industrial. Hoy, jóvenes profesionales con estudios
independientes están generando cientos de objetos, estructuras, muebles y
más. Estética, funcionalidad, inteligencia. Todo eso se consigue hoy,
hecho en la Argentina.
Diez años después de la primera ola que dio a conocer la existencia de un diseño argentino, los diseñadores locales no se rinden. Debido en parte a las buenas condiciones económicas, los planes de estímulo y las políticas de protección del mercado interno, el diseño argentino viene disfrutando de una cálida primavera, que dura mucho más allá de estas frías semanas invernales.
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de diseño industrial? Para empezar, es una de las veinte carreras prioritarias designadas por el gobierno para fomentar el desarrollo nacional. Y su crecimiento no solo se ve reflejado en las agitadas ferias y emprendimientos de diseño (donde hoy la parte industrial se ganó un lugar al lado de la indumentaria y la gráfica), como en la creciente cantidad de estudiantes extranjeros que vienen a formarse en las universidades públicas y privadas argentinas, sino incluso también en la recurrente aparición de personajes de ficción. Vale la pena recordar la celebrada película de Gastón Duprat y Mariano Cohn, “El hombre de al lado”, cuyo protagonista resulta ser un exitoso diseñador industrial.
Así como Charles Eames definió al reconocimiento de la necesidad como condición primaria para la práctica del diseño, la creatividad de los diseñadores logró adaptarse frente a las condiciones del mercado para ofrecer respuestas a cada necesidad emergente. Hoy la Argentina ofrece una interesante diversidad de estilos e ideas.
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