La Falacia del Diseño Sustentable





por Daniel Wolf
Está de moda hablar de Diseño Sustentable. Reúso, reciclablilidad y sustentabilidad  son palabras que, en sintonía con los medios, inundan (¿contaminan?) las conversaciones de los diseñadores, la academia, los concursos, publicidades, etc.
Suele oírse que los diseñadores deben elegir materiales con características de respeto y cuidado ambiental que transiten de la cuna a la cuna. Y así concebir productos según criterios de reúso y reciclado que imaginen otro destino que no sea la tumba.
Como si la definición de los productos y la aplicación de materiales y procesos dependiera del parecer del diseñador. Para comprender con mayor sustento esta problemática ciertos puntos referidos a la extracción, utilización y deposición de los recursos deben ser aclarados y así poder abordar de manera adecuada el tema más allá de modas y tendencias. Cabe aclarar que debido a la escala del problema, el presente artículo se refiere a intervenciones de diseño en casos de producción masiva que presenten  un impacto real en el medio ambiente.


Sistema.
El sistema de producción y consumo, descrito con precisión por Baudrillard (1969), es el principal depredador del patrimonio natural.  El sistema de producción parte de la extracción y posterior transformación de materias primas. El sistema de consumo comienza desde otro punto de la cadena, creando necesidades a través del marketing. Es en este (pequeño) cruce donde el diseñador industrial despliega sus saberes. Con su práctica debe colaborar en el incremento de las ventas y a su vez utilizar de modo más eficiente los recursos a fin de disminuir los costos. Estas son las bandas entre las que discurre su potencial creativo. Siendo estas variables inversamente proporcionales, el trabajo del diseñador de productos se desenvuelve transitando esta tensión.
¿Quién decide?
Los procesos y materiales deben ser competitivos, eficientes, normalizados y habilitados por lo que existe un limitado menú disponible que logre satisfacer esas condiciones. Y la última palabra responderá a la ecuación costo/beneficio. El diseñador podrá sugerir, pero la decisión es tomada en otras órbitas.  No es el diseñador quien decide qué producto va a lanzarse en el mercado. Las estrategias designadas por los departamentos de marketing lo definen.


¿Entonces?
El diseño sustentable es una falacia. Los insumos necesarios para desarrollar esa actividad son unos pocos lápices, algunas hojas, bastante tiempo y mucho de pasión. Descontando la pasta de celulosa para producir el papel y los compuestos para manufacturar los lápices, el insumo mayoritario es de orden intelectual.
La investigación en materiales y tecnologías pertenecen al ámbito de las ingenierías. Las políticas de desarrollo sustentable, así como la regulación de los mercados es tarea de los entes gubernamentales.
El cambio real debe ser motorizado por la sociedad en su conjunto, donde al diseñador le cabe una cuota de responsabilidad, en mayor parte como un instrumento para el cambio cultural que en el de la producción (¿contaminación?) efectiva.
La disciplina como actividad relativamente joven debe comprender el funcionamiento del sistema y las reglas del juego para convertirse en un actor relevante. Las responsabilidades y posibilidades de intervención de cada parte deben ser cuestionadas y explicitadas a fin de abordar esta problemática con la seriedad que exige. Y evitar que los profesionales del diseño asumamos cándidamente responsabilidades que no nos corresponden.